Acto I - Escena Uno (castillo de Don Magnífico)
Tisbe y Clorinda, las hijas de Don Magnífico, se están adornando extravagantemente, y cayendo en el éxtasis de admirarse a sí mismas. Cenicienta, su hermanastra, se canta a sí misma resignada, mientras hace los quehaceres domésticos. Hay un golpe en la puerta y aparece Alidoro. De hecho, es un filósofo y tutor del príncipe, pero en este momento va disfrazado como un mendigo, para observar mejor el comportamiento humano y determinar si alguna chica joven en la región sería una esposa adecuada para el príncipe. Cuando pide limosna, las dos hermanas le ordenan que se vaya, pero Cenerentola, en secreto, le da café y pan. A continuación, llega una parte de la comitiva del Príncipe y anuncia que el propio Príncipe llegará en breve; e invitan a Don Magnífico y sus hijas a un baile en el que elegirá a su futura esposa. Mientras las hermanastras ordenan a Cenerentola que se encargue los preparativos para el baile, Don Magnifico entra en camisón y gorro de dormir y cuenta un sueño que acaba de tener, en el que un burro creció alas y voló hasta el campanario en lo alto de la torre de una iglesia. De inmediato lo interpreta: el burro es él mismo, las alas son sus dos hijas, la iglesia significa un matrimonio y el vuelo a la parte superior de la torre significa un aumento en la escala social.
El Príncipe Ramiro aparece disfrazado como si fuese su propio ayudante de cámara, Dandini. Ha venido por consejo de Alidoro, para observar estas tierras. La primera persona que ve es Cenerentola, y su atracción mutua es inmediata. Ramiro le pregunta quién es, pero en su agitación ella sólo puede dar un relato confuso de sí misma. Cenerentola es reclamada una vez más por las hermanastras; vuelve a aparecer el Barón con ropa de gala y es advertido por el supuesto ayudante de cámara de la inminente llegada su amo. Dandini, vestido como el Príncipe, entra con la comitiva real. Es recibido con extrema cortesía por parte de Don Magnífico y sus dos hijas, a quienes el supuesto príncipe deleita con sus pretendidas atenciones. Los invita a que lo acompañen en su carruaje a la gala y ellos están a punto de partir cuando Cenrentola ruega que se le permita ir también. Su padrastro se niega violentamente, explicando al supuesto Príncipe que ella es una criatura de nacimiento muy bajo. En ese momento reaparece Alidoro, ya sin disfrazar como un mendigo y declara que, de acuerdo con el registro de la parroquia, el barón tiene tres hijas. ¿Dónde, se pregunta, está la tercera? Don Magnifico, un poco avergonzado, explica que ella está muerta y silencia las protestas Cenerentola con amenazas. Acto seguido se van todos, dejando sola a Cenerentola. Pero un momento después Alidoro regresa y le dice que ella irá a la gala, que la ha proporcionado un carruaje y vestidos y joyas. Con la reflexión de que el mundo entero es un escenario, la lleva hacia el carruaje.
Acto I - Escena II (Palacio del Príncipe Ramiro)
Ramiro y Dandini aparecen con el barón y sus dos hijas. Dandini, aún en su papel de príncipe, nombra al barón como Mayordomo Real y le condecora con la cadena del oficio.
El barón se va a inspeccionar los sótanos. Ramiro instruye a Dandini para que ponga a prueba la personalidad de las dos hermanastras y le informe más adelante. Dandini, a solas con ellas, hace lo que puede para cortejar igual a cada una, y luego, abrumado por la atención de éstas, escapa.
Don Magnifico celebra su nombramiento como mayordomo real con una degustación ritual de los vinos del príncipe. Dicta una proclama para ser publicada en toda la ciudad, que prohíbe la adición de agua al vino durante los próximos 15 años, bajo pena de muerte. Vencido por el ejercicio de sus funciones, sus asistentes se lo llevan en brazos.
Dandini se reúne con el príncipe y describe la vanidad y la insolencia de las hermanastras. En ese momento aparecen las dos hermanastras de nuevo, y Dandini, explica que él solo puede casarse con una de ellas, sugiriendo que el otro se casará con su ayuda de cámara. Ambas, indignadas, se niegan a considerar una unión plebeya. Aparece Alidoro y anuncia la llegada de una dama enmascarada desconocida.
Las hermanastras muestran signos de celos, que aumentan con la entrada de la recién llegada. Se la convence para quitarse la máscara y todo el mundo se sorprende por su belleza. Las hermanas advierten su parecido con Cenerentola. Toda la compañía se despide hasta la cena.
Acto II - Escena I (Palacio del Príncipe Ramiro)
Ramiro sospecha que Dandini también se ha enamorado de la dama misteriosa y se esconde cuando se acercan. Dandini, de hecho, comienza a hacer el amor con ella, pero ella rechaza sus avances y declara que está enamorada de otra persona - su ayudante de cámara. Ramiro se descubre, pero ella anuncia que antes de que puedan casarse, Ramiro tiene que descubrir quién es ella realmente. Ella le enseña un par de brazaletes, le dice que ella siempre usará uno para que pueda reconocerla cuando la encuentre, y se va.
Ramiro decide poner fin a su mascarada y volver a los atributos de la realeza. Decide, también, seguir la dama desconocida hasta los confines de la tierra, y va en pos de ella. Alidoro, que ha estado observando en secreto los acontecimientos, determina arreglar el carruaje del Príncipe cuando él está en el barrio del castillo del barón.
Dandini está ahora con el barón y, bajo un juramento de secreto, admite que no es realmente el príncipe. La indignación del barón no conoce límites.
Acto II - Escena II (castillo de Don Magnífico)
Cenerentola se canta a sí misma una vez más, delante del fuego. Sus hermanastras de vuelta de la gala, vuelven a sorprenderse por su parecido con la dama desconocida. El barón está furioso con el ayudante de cámara, cuando Dandini entra, seguido rápidamente por Ramiro, que ahora es revelado a todo el mundo como el verdadero príncipe. Reconoce el brazalete en el brazo de Cenerentola, y ante la sorpresa y el enojo del barón y sus hijas, la proclama como su novia elegida.
Acto II - Escena III (El gran salón en el palacio del Príncipe Ramiro)
Cenerentola, ahora esposa de Ramiro, proclama desde el trono que su venganza por la crueldad del barón y sus hijas ha de ser el perdón.
John Cox