L'heure espagnole

Relojes de diferentes formas y tamaños suenan gratamente alrededor de la tienda de Torquemada. El arriero Ramiro viene a reparar su reloj. Concepción la mujer de Torquemada entra para recordarle a su marido que es el momento de regular los relojes municipales. Ella se queja de que no ha colocado uno de los dos relojes de pie en su habitación, según le pidió. Torquemada responde que es demasiado pesado para moverse. Le pide a Ramiro que espere a su regreso mientras él va a encargarse de su trabajo.

Concepción y Ramiro se quedan mirandose al otro. Ella le insinúa que lleve el reloj a su habitación. Nada más fácil, dice el arriero muscular. Minetras lo sube, se oye llegar a Gonzalve.

El amante de la Concepción es un poeta lírica, y se preparan para arrojarse en brazos uno del otro. Concepción le da las gracias a Ramiro. Para deshacerse de él de nuevo, ella le pide que suba otro reloj al piso de arriba, y que baje el primero de vuelta. Mientras él sube para recuperar el primer reloj, Concepción mete a Gonzalve en el segundo reloj.

De repente, aparece el banquero don Iñigo, preguntando por el marido de Concepción. Fue él, admite, quien nombró a Torquemada cuidador de los relojes de la ciudad para quitarle de en medio. Trata de tomar la mano de Concepción. El regreso de Ramiro con el primer reloj la salva. Ramiro coge el segundo reloj (que contiene a Gonzalve) sin dificultad. Concepción está impresionada y le sigue arriba.

Una vez solo, Iñigo decide que mejoraría su imagen como un amante lúdico escondiéndose en el reloj que queda. Según lo hace Ramiro vuelve a aparecer, encargado por Concepción con ocuparse de la tienda. De repente, ella regresa, se queja de que las entrañas del reloj de arriba hacen ruido. Podría Ramiro amablemente traerlo de vuelta? Al instante Ramiro accede.

Iñigo le declara su amor a Concepción. Ella empieza a ver su potencial. Ramiro regresa con el primer reloj (que contiene a Gonzalve) y se ofrece a subir el segundo (que contiene a Iñigo). Concepción acepta su sugerencia.

Abriendo el primer reloj, Concepción trata de echar a Gonzalve, que se resiste a irse. Ella lo abandona y él se vuelve a meter a su reloj. Vuelve Ramiro, mirando a su alrededor con admiración; si no fuera un arriero, le gustaría ser un relojero. En esto Concepción regresa, él adivina su infelicidad con el segundo reloj y va a cogerlo de nuevo.

Una vez sola, Concepción exprese su desacuerdo con sus dos amantes. Cuando Ramiro regresa una vez más, ella aprecia su fuerza física. Ella le envía de vuelta a su habitación - esta vez sin un reloj para llevar - y luego le sigue.

Iñigo y Gonzalve miran desde sus escondites, encerrándose de nuevo en cuanto aparece Torquemada. Se disculpa por mantenerlos esperando. Percatándose de su interés por el interior de los dos relojes, insiste en que los compren.
Ramiro y Concepción aparecen de nuevo y todos se unen en la moral: en la búsqueda del amor, llega un momento en que es el turno del arriero.


L'enfant et les Sortilèges

Un niño está gruñendo mientras hace sus tareas, él planea actos traviesos.

Su madre entra para ver cómo esta. Ella se enfada porque él no ha hecho nada, más que salpicar la alfombra con tinta, él responde sacando la lengua. Su castigo es pan duro y té sin azúcar, mientras que piensa su comportamiento.

Al quedarse solo, el niño enfadado da paso a las travesuras. Tira la tetera y la taza china de la mesa. Pincha a una ardilla enjaulada con su plumilla. Tira de la cola del gato Tom. Toca el fuego y tira la olla encima. Rompe el péndulo del reloj del abuelo. Rompe sus libros. Vandaliza las figuras pintadas en el papel de la pared.

Mientras se prepara para lanzarse en el sillón, el propio se sillón se va cojeando. Ahora la sala se llena de vida. A medida que el niño mira, se une a la butaca una silla Luis XV, ambas reclamando que el niño las de su libertad. El reloj del abuelo se queja por el daño que ha sufrido. La tetera y la taza china amenazan venganza y se van bailando.

Al sentir frío, el niño se acerca al fuego, que le dice que se calienta a los buenos, pero quema a los malos. El Niño ha ofendido a los dioses del hogar que lo protegen. Comienza a tener miedo.

Las figuras del papel pintado de la pared, incluyendo al Pastor y la Pastora, lloran su destrucción. El niño llora. De uno de sus libros rotos se eleva a la princesa, quejándose de que él ha arruinado la historia en la que ella estaba, él es demasiado débil para rescatarla de su encantador y ella se hunde bajo tierra. Aritmético, un viejecito, llega y él y sus números bombardean al niño con preguntas.

El gato Tom, sale de debajo de un sillón, escupe al niño y se une con la gata para intentar atraer al Niño hacia el jardín. Un árbol gime por la herida que el niño le infligió el día anterior. Sintiendo lástima por el árbol, el niño pone su mejilla contra su tronco. El jardín comienza a llenarse de vida. La libélula busca su pareja, a quien el niño admite que lamentablemente ha atrapado y ha clavado en la pared. El murciélago le dice que ha matado a la madre de sus hijos. La ardilla advierte la rana contra la jaula en la que el Niño le quiere meter. se da cuenta de que los animales se aman entre ellos, pero no a él. Llama a su madre.

Los animales y los árboles se unen en un deseo de venganza. Se lanzan sobre él. Una ardilla se lesiona. El niño le cura la pata con una cinta. Los animales se dan cuenta de que él también ha sido herido. Preocupados, le rodean y le cuidan. Llaman a su madre.

Según se enciende una luz en la casa, los animales se retiran, alabando la bondad y la sabiduría recién descubierta por el niño y extendiendo los brazos, el niño llama a su madre.

George Hall